domingo, 10 de enero de 2016

Las mil y una caras de la locura




Aquí podéis leer el Artículo completo "Las mil y una caras de la locura (El País Semanal)", cuenta con la participación de personas activistas y referentes en Salud Mental. Un artículo que levantó altas expectativas y esperanzas.

Recojo la opinión de Ana Carrelero Montero (Enfermera de Salud Mental):

Tengo que reconocerlo: me había ilusionado con la idea de que algunas compañeras salieran hoy en EL PAÍS SEMANAL. Por un momento pensé en Quino Petit como otro guerrero de Entrevoces y creí que se iba a aprovechar la oportunidad para denunciar el trato que reciben muchas personas a diario en las instituciones de salud (y las alternativas que existen). Así que cuando he leído “Las mil y una caras de la locura” he sentido una profunda decepción.

Otra vez lo mismo. En fin. Qué le vamos a hacer. Es lo que hay. Al menos hay alguna referencia a las "voces disidentes". Pero hay algo que todavía me rechina, y es que se diga que “este es un retrato de su realidad sin estereotipos”, parece que el autor no se define, simplemente recoge historias y testimonios, como haría un buen periodista, ¿no?

Pues no. Como sabe cualquier estudiante de Periodismo, escoger entre la información disponible entraña una importante carga de subjetividad. Y como decía Rebeca hace un par de días, “el lenguaje crea realidades, y eso se olvida rápido”. Intentaré explicar lo más brevemente posible los cuatro ingredientes de la receta biologicista:

- Utilizar reiteradamente el término “enfermedad mental”, que hace referencia a una realidad cuya existencia a día de hoy no se ha demostrado: no hay nada que la medicina haya encontrado como causa, ni prueba objetiva que la diagnostique, ni tratamiento específico. Pero igual que a los unicornios, podemos describir perfectamente las “enfermedades mentales” (para más información, consulte el DSM-V).

- Dar datos epidemiológicos: un porcentaje de la población tiene tal diagnóstico. Esto se refuerza con las alusiones al misterio y el oscurantismo, como si uno de repente se despertase un día “siendo esquizofrénico”. ¿Para qué hablar de la pobreza, la exclusión o los abusos?

- Subrayar la importancia del “tratamiento farmacológico”: “el tratamiento farmacológico es imprescindible” o –cómo no- hablar de la "adherencia al tratamiento". La otra cara de esto es la “falta de conciencia de enfermedad” (no estar de acuerdo con el diagnóstico), que, como cualquier biologicista te dirá, es algo muy característico de las personas con esquizofrenia, y es lo que "justifica" muchas veces el tratamiento involuntario, la coacción y la medicación forzosa.

- Y por último, pero no por ello menos importante: la violencia y la agresión. ¿Dónde están en el artículo del señor Petit? en el uso de expresiones como “concluyó que la única manera de deshacerse de él era estamparse contra una pared”, en las referencias a la guillotina y al suicidio o en ese terminar hablando del módulo psiquiátrico en el centro penitenciario y de los “delitos de sangre caliente”, por mencionar algunos.

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